POEMA A UN CEREZON ACOGEDOR

domingo, 6 de diciembre de 2009

Y por ti renuncié a mi albedrío,
lanzéme en las cuerdas del destino
anudándome a su gusto,
arrastrándome hacia ti -feliz-.
Pues le pedí a Dios un día tu presencia
y sin albedrío Él me la daría

(de pronto)
Arrastrándose a su cola una maldición,
mi muerte pronta -pues también se lo pedí-
pero maldición solo es ahora,
ahora que estás a mi lado.

Porque mientras más se acorta
mi noche de luna llena,
más crece mi deseo de enredarme en ti
y vivir, vivir, vivir...

como una aleación elevada
como un manantial de vientos eterno
como la brisa espumosa de cataratas
como corolas nómades de pelaje argentado
como mechones escarlatas endulzados
como dos humanos consientes de su enfermedad...
         de su muerte, para libar hasta la última gota
         del tiempo nuestro limitado y seguir...
         e irnos satisfechos

UN AMOR CAMUFLADO EN SUEÑOS

La luz aleteaba de lejos -luz, creo-
encima mío, riéndose en mi dolor...
Posado en nube, yo
yo, en lecho de pétalos
pétalos como de cerezo
(por qué será)

Me embriagué del olor dulce
que me envolvía en capullo carmesí
y no había más luz,
solo un tul de cristales rojizos
y esferas brillosas
que se volvió mi hogar:

Un desierto eremita de árboles con cabellera rosa,
cálido junto a la lluvia blanca,
invernadero albo fragante a amor...
a dulce cerezo...
(por qué será)

Abrí los ojos como las cortinas de algún santuario
y la noche tenía dos Selenes y ocho estrellas
cuarenta y ocho puntas fosforescentes en un cielo de cemento
y en mi brazo...
en mi brazo (cómo no me di cuenta antes)
con olor a cerezo dulce
y piel de pétalos rosados...