POEMA A UN CEREZON ACOGEDOR

domingo, 6 de diciembre de 2009

Y por ti renuncié a mi albedrío,
lanzéme en las cuerdas del destino
anudándome a su gusto,
arrastrándome hacia ti -feliz-.
Pues le pedí a Dios un día tu presencia
y sin albedrío Él me la daría

(de pronto)
Arrastrándose a su cola una maldición,
mi muerte pronta -pues también se lo pedí-
pero maldición solo es ahora,
ahora que estás a mi lado.

Porque mientras más se acorta
mi noche de luna llena,
más crece mi deseo de enredarme en ti
y vivir, vivir, vivir...

como una aleación elevada
como un manantial de vientos eterno
como la brisa espumosa de cataratas
como corolas nómades de pelaje argentado
como mechones escarlatas endulzados
como dos humanos consientes de su enfermedad...
         de su muerte, para libar hasta la última gota
         del tiempo nuestro limitado y seguir...
         e irnos satisfechos

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